martes, 19 de enero de 2010

microcosmos costaricense

Voy para mi quinta hora en el aeropuerto Juan Santamaria de San José de Costa Rica y lo peor es que ya he recorrido unas 7 u 8 veces su salas y me quedan todavía 4 horas más antes de salir hacia la República Dominicana. Para cuando arribe a Santo Domingo, a eso de las 23 locales, habrán pasado cerca de 19 horas desde que dejé mi casa en Tepepan, y poco más de 16 desde que despegué en un avión de Taca minutos antes de que amaneciera en las pistas del Puerto Aéreo internacional Benito Juárez.

Ya con unos pies de altura El Popo, El Izta, la Malinche y el Citlaltépetl me despidieron de territorio nacional, como queriendo reforzarme el concepto chovinista y muchas veces errado que sostengo de que fuera de México todo es Cuautitlán. El viaje habrá de terminar en algún momento de la tarde del 20 de enero, en la capital Haitiana de Puerto Príncipe.
La travesía ha sido sosa y bastante tranquila, eso pasa cuando uno sale de un aeropuerto y llega a otro. Finalmente casi todo luce igual, salvo por que han cambiado los sombreros charros por los puestos de puros artesanales hechos a mano que cuestan 5 por 39.90 (dólares americanos) Cómo siempre las franquicias dominan y en todos lados son las mismas. Los paneles grises y las alfombras tampoco dejan ver modificaciones importantes. Incluso el aeropuerto de San José está saturado y tal y cómo muchos aeropuertos en México, pide disculpas por las molestias que generan sus obras de ampliación. Por si quedaban dudas del parentesco, mientras escribo esto ha iniciado la quema de un pastizal aledaño a la pista. Se siente uno en casa.

Las salas son insuficientes y están copadas por viajantes de rasgos anglosajones de los cuáles infiero que son estadounidenses. Cabezas rubias dominan la escena, seguidas por las cabezas blancas de muchos retirados que han venido a Centroamérica a disfrutar del buen clima, los costos módicos y la atención médica de calidad a precios del tercer mundo. No por nada los pasillos del aeródromo muestran reiterados anuncios de villas de retiro en Guanacaste (uno de los centros turísticos más famosos de Costa Rica) y alrededor del 60% de los vuelos anunciados se dirigen a los Estados Unidos.

El pasaje local es escaso ,y cómo también se ve en México, goza de buena presencia de potentados locales cuyas esposas jóvenes e hijas, usan pantalones de mezclilla y botas de invierno que contrastan con las chanclas de pata de gallo de los gringos.

El tercer grupo que se asoma es el de los chinos, todos con uniforme de botánico. Gracias a su robusta economía se van convirtiendo en visitantes asiduos de un mundo, que cada vez quiere hacerlos sentir más cómodos ( a ellos y a sus carteras). Además Costa Rica hace sólo un par de años decidió romper con una vieja tradición Centroamericana e inicio relaciones diplomáticas con China, dejando de lado su antigua alianza con Taiwan. Los Chinos incluso donaron y están construyendo el Nuevo Estadio Nacional de Fútbol de Costa Rica y con muestras de afecto como éstas esperan terminar por convencer a los demás países centroamericanos de romper relaciones con Taipei,

Los precios acá parecen más altos a primera vista. La forma más sencilla de ubicar e lnivel de éstos es por medio de la homologación del costo de un combo de comida rápida. El Burger King establecido en el Juan Santa María me acaba de vender un combo de whopper en 10 dólares y ni siquiera están agrandadas las papas. Por si fuera poco el sabor de todo es bastante más insípido y el Seven up sabe muy mal.

Lo que me dejó ver la ventana del avión y los ventanales del aeropuerto es que el país parece prospero. Las casas se ven bastante enteras y el urbanismo destaca con respecto a otros ejemplos de la zona, incluyendo al sureste de México. Los oriundos que trabajan en el aeropuerto parecen capacitados y son en su mayoría jóvenes y sobre todo mujeres, instaladas en todas las áreas, desde demostradoras con abultada anatomía hasta guardias con mucho más abultado carácter.

Eso es lo que los horarios de Taca me han dejado sopesar en éstas horas de tránsito. Seguiré cautivo del monopolio que mantiene en el espacio aéreo de Centroamérica, ya para eso de las 6 de la tarde me estarán llevando a l occidente de la Isla La Española.

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