miércoles, 17 de febrero de 2010

Los haitianos y sus negocios

El 12 de enero de 2010 Franz, un técnico de origen haitiano qué trabaja en el centro de satélites y transmisiones de Reuters en Washington, no tuvo tiempo de lamentarse por el terremoto que había destrozado su país. Momentos después de que se supo la noticia, y considerando que las comunicaciones en el país caribeño iban a estar caídas, comenzó a recibir llamadas de desesperados editores y jefes de logística de la agencia para que sugiriera empresas que arrendaran una unidad móvil de satélite y así garantizar el flujo de imágenes de video que decenas de televisoras alrededor del mundo pedían con desesperación.

Haití era ya una historia global pero las escenas de la tragedia llegaban a cuenta gotas. Unas 3 horas después de que el sismo fue reportado, llegaron al servidor de la mesa de Latinoamérica y el Caribe, Washington DC, algunas de las primeras imágenes, las que mostraban el palacio presidencial en ruinas. El material llegó tras una transmisión casi heroica del camarógrafo haitiano de la agencia, Jean Valme, quien milagrosamente consiguió una línea de Internet para mandarlas por FTP. Los editores de Valme veían como el corresponsal se la ingenió para mandar durante toda la noche videos de entre 40 segundos y un minuto que iban dando idea de la tragedia y constituían la única cobertura disponible a nivel mundial durante horas. Valme no habló con su editorial hasta el día 13 por la tarde cuando encontró un teléfono funcionando, no sabía en realidad si lo que mandaba llegaba o no.

Por suerte, Franz llevaba varios días hablando con una empresa de equipos satelitales en Miami, por que había interés de la agencia en trasladar una unidad y transmitir aspectos de los coloridos carnavales haitianos. Newsedit era el nombre de la empresa y su dueño, Ricardo, comenzó a perfilar una estrategia con Franz. Ricardo dispuso que su equipo en Miami conseguiría un avión privada para trasladar el equipo y a algunos reporteros y editores de Reuters. Franz aceptó y pidió que llevaran como asistente en campo a un hombre de su confianza que vive en Fort Lauderdale, Jimmy, haitiano también, con pasaporte americano, hablante de Inglés y Creolle y con buenas conexiones en Puerto Príncipe.

El miércoles 13, salieron desde un aeropuerto privado de Miami, el equipo de newsedit con 2 técnicos en comunicaciones, un fotógrafo, un productor y el citado Jimmy. Iban con rumbo a la isla la Española, intentarían bajar en Puerto Príncipe y si no era posible se desviarían a Santo Domingo y buscarían llegar por tierra. Poco más de una hora llevó el vuelo, al acercarse a Puerto Príncipe, el piloto pidió permiso para aterrizar pero le fue negado. Los ocupantes de la aeronave le pidieron que se mantuviera volando en círculos e insistiera. Finalmente, y posiblemente fruto de una confusión se le dio autorización, aterrizó y los ocupantes bajaron de el avión en cuestión de minutos llevando con ellos todo el equipo. El avión despegó del aeropuerto al momento de ser bajado todo el equipaje. Una vez en el campo Jimmy comenzó a operar.

Lo primero que hizo Jimmy fue instalar a la gente de Reuters y de Newsedit en el edificio de aviación civil haitiana. Acordó un precio con los encargados y casi con seguridad quedo en otro precio con Reuters, la diferencia sería parte de sus honorarios. Ya en un lugar seguro, con la unidad móvil operando y los reporteros enviando por medio de la señal satelital, Jimmy comenzó a trabajar otros negocios. Primero ofreció un auto y un motociclista para mover con agilidad a los reporteros entre las ruinas de Puerto Príncipe por 800 dólares diarios y cuando se acabaron las latas de atún de los recién llegados, ofreció un servicio de comida para todo el equipo por 400 dólares más al día. Al igual que con el edificio de aviación la diferencia entre lo cobrado y lo pagado a los trabajadores y chóferes era amplia e iba a manos de Jimmy.

Jimmy entonces era el interlocutor entre los recién llegados, que percibían una zona en caos e infranqueable para el extranjero, sobre todo por el extraño creole que hablan los oriundos, y los desesperados habitantes que habían visto derrumbarse sus fuentes de trabajo en segundos. Jimmy entonces era el aceite que engranaba la cobertura y una de las pocas fuentes de trabajo en la ciudad. Siempre jugaba con ventaja.

Muchos de los recomendados por Jimmy fueron a su vez enviados por el ya antes mencionado corresponsal Jean Valme. Al igual que Jim, Valme es un haitiano aventajado, habla inglés, tiene conexiones y los extranjeros lo conocen y le tienen confíanza. Jean dispuso de chóferes, motociclistas, traductores, asistentes de camarógrafo y camarógrafos propios que arrendó por medio de Jimmy a la agencia para apoyar en la cobertura del desastre. La ganancia de cada uno de los contratados sería fiscalizada por Valme.

En su parte del negocio Reuters y News edit obtuvieron muchos beneficios también. Reuters obtuvo contratos jugosos con la CBC (Televisión nacional canadiense) y dio una cachetada con guante blanco a CNN (quien rescindió su contrato con Reuters hace un par de años) cuando le permitió usar poco de su video, dándole crédito a la agencia, tras 15 horas en las que CNN no tuvo ninguna imagen porque sus afiliados y proveedores no habían reaccionado a tiempo. Seguramente la agencia recordará el episodio cuando el gigante norteamericano de las noticias se acerque a negociar un posible contrato.

Newedit por su parte instaló dos frecuencias de subida satelital desde su equipo, una era de uso exclusivo para Reuters, quien pagaba por el servicio 24 hrs, mientras la otra estaba abierta a cualquier canal que quisiera transmitir video editado o enlaces en vivo con sus noticieros. El costo para los canales variaba de entre 350 y 700 dólares por segmento de 15 minutos. Se mantuvieron activos las 24 hrs por 10 días, obteniendo entre 33 mil y 66 mil dólares diarios ,adicionales a lo que recibían de Reuters.

Cuando los canales vieron mermado su presupuesto y que el interés de la audiencia iba a la baja, sacaron a sus reporteros y se siguieron alimentando de las agencias. Ricardo pensó entonces en sacar a su gente, entre ellos a un técnico peruano, Jorge Rodríguez, que fue contratado sólo para esta operación. El día que Jorge se iba, recibió un mail de Ricardo, decía que tenía que quedarse, que había vendido el equipo en unos 60 mil dólares y que los nuevos dueños lo iban a mantener en Haití para seguir operando los equipos y capacitar a un ingeniero local.

Jorge conoció a sus patrones unos días después cuando Franz, Jimmy y Jean se presentaron como los socios compradores de los aparatos. Sus ganancias, producidas por el jineteo de recursos humanos y de capital, fueron tal vez menores pero alcanzaron para montar un negocio que derivó en miles de dólares diarios por cerca de un mes de operación

En Haití la mayoría de la gente vive ajena al exterior, su primera barrera es el idioma. La mayoría analfabeta no pudo asistir a la escuela y por ello no aprendió francés y mucho menos inglés. Su percepción del exterior es corta y la percepción de ellos en el exterior también lo es. Muchos extranjeros se sienten por demás extraños en un país donde casi la totalidad de la población son negros puros de ascendencia centro africana que hablan una mutación del francés y se visten con ropa y zapatos usados traídos de países del primer mundo. Se sienten incluso incomodados por sus gritos recurrentes y la posibilidad de que se líen a golpes en cualquier momento, igualmente por el hecho de que hombres, mujeres y niños orinen o defequen en las calles de forma irrestricta.

Los ricos haitianos, son por lo general un poco menos negros, incluso mestizos, manejan vehículos todo terreno por las calles de puerto príncipe y usan la mayor cantidad de oro que pueden. Sus casas y propiedades son resguardadas con alambre de puas, murallas y uno o dos guardias con rifles de grueso calibre. Dominan toda la economía e importan lo que quieren. En la ciudad hay agencias de Porsche y Land Rover frecuentadas por los acaudalados caciques haitianos.

Casi nadie prospera en Haití, pero los que lo hacen ganan mucho y dominan todos los negocios. Se reúnen en los pocos cafés y restaurantes de la ciudad, donde todo cuesta una fortuna y por lo mismo es exclusivo de los de su clase. Son hacendados y el 95% de los comunes y corrientes que aquí viven trabajan o no trabajan de acuerdo a su voluntad. Cuando la ciudad se cayó, muchos se marcharon a la vecina República Dominicana, a otras islas del Caribe e incluso a Norteamérica. Con la situación un tanto normalizada han regresado a reabrir sus negocios y por supuesto a hacer negocios con la reconstrucción que se viene.

Jean, Jimmy y Franz ciertamente no son caciques de alto nivel en la isla pero se valieron del sistema de éstos para hacer uno de los mejores negocios de su vida y sacar provecho de algunos coterráneos, aún durante la tragedia. La verdad incluso los pobres se montan a ésta estructura dónde el chantaje y las verdades a medias son formas recurrentes de hacer negocio.

La mayoría seguirá esperando por su permiso para prosperar, de lo que si no se privan es de su derecho a crear. Hay muchos y muy buenos artistas y la música inunda las calles todos los días, esa es la riqueza que a ellos les queda y la que recurrentemente alimenta a muchos.

3 comentarios:

  1. Oye, te hubieras subido al negocio de Franz y Jimmy y así podríamos financiar nuestros estudios en el extranjero!

    Sé que no hay punto de comparación entre Haití y México, pero eso de la gente acaudalada que domina todo y de los negocios turbios, como que me suena familiar...

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  2. A mí lo que me suenta familiar es que se haga negocio en la tragedia, es un poco muy mexicano jajaja... ni modo, en la jungla uno tiene que sobrevivir como pueda.

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  3. Es impresionante su crónica compadre como lo comento sil en otro post. Uno recorre con usted las calles de Port au prince sin y siente el caos, y la actitud chachullezca de los que están más "aventajados". Ahora con el terremoto de Chile se plantea lo que le había comentado y usted también profundizó, la población reacciona diferente. Vemos a señoras levantando piedras, junto con los hombres para recoger los escombros, dos gobiernos de 1 mismo país reaccionan al unisono, etc., Desgraciadamente por eso Haití está como está. Ahi si no se puede culpar de todo al imperialismo extranjero, simplemente te das cuenta como los mismos pobladores explotan de forma absoluta a sus coterraneos, no son gringos, ni ingleses, ni franceses.

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